Cuando estamos atribulados es cuando más necesitamos a Dios, pero es cuando menos lo buscamos. Es el tiempo de volvernos al Señor, de creer y saber que hay bendición para nuestra casa, nuestra familia y trabajo. Dios nos ha hablado y Él cumplirá lo que ha prometido.

Joel 2:18-23

 Y Jehová, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo. Responderá Jehová, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones.  Y haré alejar de vosotros al del norte, y lo echaré en tierra seca y desierta; su faz será hacia el mar oriental, y su fin al mar occidental; y exhalará su hedor, y subirá su pudrición, porque hizo grandes cosas.

 Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas.  Animales del campo, no temáis; porque los pastos del desierto reverdecerán, porque los árboles llevarán su fruto, la higuera y la vid darán sus frutos.  Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio.

Viene lluvia, cree, declara la Palabra. Dios nos ama mucho, tendrá compasión de nosotros y nos responderá. Él va a restaurar lo que ha sido destruido, nos va a restituir, tendremos para dar y bendecir a otros.

Hay condiciones para la restauración: habla con sinceridad y busca la verdad. Es tiempo de arrepentirnos y salir del desierto de la aflicción, pues el Espíritu Santo restaurará nuestras vidas, el cambio será notable, será mucho mejor después de la sequía. Recibiremos el fruto de la tierra y nuestro trabajo.

Escucha la Palabra de Dios, pues es esperanza en medio de la tormenta. Vas a salir, y serás bendecido.