La gloria de Dios es la belleza del Espíritu Santo, no es estética o material sino que es una que emana de su carácter, de todo lo que Él es, jamás se desvanece, es eterna y va más allá de la imaginación humana.

No dejes que tu corazón se endurezca ni que vaya a tinieblas, y que ames más la gloria y el halago de los hombres que la gloria de Dios. Debes ir a la presencia de Dios sabiendo que Jesús ha dado suficiente evidencia del amor y la gracia de Dios para ti.

Juan 12:37-43

Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos.

37Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él;

38para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo:

Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?

¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor?

39Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías:

40Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón;

Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón,

Y se conviertan, y yo los sane.

41Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él.

42Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.

43Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.

Entra al campo de lo invisible y empieza a creer en el Señor. Cuando la gloria de Dios viene trae gozo, alegría, paz y pasión por Jesús. Mira hacia adelante, a las cosas que se esperan y hacia arriba a hechos celestiales que no puedes ver. La fe no se ve, solo se ven los frutos que produce, y ahí está tu bendición. 

Tienes el derecho de tener las cosas que han sido divinamente incubadas para ti. Pronto lo vas a ver, pero se requiere tener fe para entrar al terreno de lo invisible y luchar por ellas para que sucedan en el momento exacto. No cambies la gloria de Dios, ahí está tu bendición.