Hoy puedes estar viviendo situaciones de las que no ves salida, pero no pienses que estás solo, que es en vano. A veces son procesos necesarios para nuestro crecimiento. Dios siempre llega en el momento justo, no te dejará ahogarte en el fango.

Deuteronomio 26:3-7

 Y te presentarás al sacerdote que hubiere en aquellos días, y le dirás: Declaro hoy a Jehová tu Dios, que he entrado en la tierra que juró Jehová a nuestros padres que nos daría.  Y el sacerdote tomará la canasta de tu mano, y la pondrá delante del altar de Jehová tu Dios.

 Entonces hablarás y dirás delante de Jehová tu Dios: Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres, y allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa;  y los egipcios nos maltrataron y nos afligieron, y pusieron sobre nosotros dura servidumbre. Y clamamos a Jehová el Dios de nuestros padres; y Jehová oyó nuestra voz, y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión;

El Señor escucha tu voz, pero es necesario que también aprendas a escuchar la suya y a obedecer, porque te quiere bendecir. Y quizá esto te va a sonar raro, pero la profundidad de tu fango va a definir el crecimiento de tu semilla. Dios siempre te va a librar de lo que te atormenta, reconócelo. Te sacará de la esclavitud, de lo que causa daño, pero hay que reconocer tu pecado para que sea sembrada tu semilla y dé fruto.

Juan 7:37-38

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.  El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Deja que de tu interior corran ríos de agua viva, pero corre a Dios. El Espíritu Santo está en ti, cuídalo, cuida esa semilla, para que cuando alguien necesite lo que el Señor te ha dado, se active en ti y puedas darle de lo mucho que Dios te ha dado a ti.