Mateo 3:8

Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento

Frutos dignos de arrepentimiento son acciones o comportamientos que demuestran genuinamente que una persona ha experimentado un verdadero arrepentimiento.

 

Mateo 3:10

 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego

Es una advertencia fuerte acerca de las consecuencias de no seguir el llamado de Dios al arrepentimiento y a una vida transformada.

Santiago 4:6-7

Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.  Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros

En lugar de resistir las demandas de Dios, que son justas y buenas. Debemos resistir al diablo y sus engaños.

Es la humildad la que nos permite someternos a Dios, reconocer nuestras fallas y responder al llamado de arrepentimiento.

Hechos 9:3-9

Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;  y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?  Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.  Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.  Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie.  Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco,  donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.

Saulo tuvo un encuentro que lo cambió. Él no era un hombre humilde, creía estar cumpliendo con el plan de Dios, pero estaba equivocado. Al ser derribado en el camino, Jesús le mostró que, lejos de servir a Dios, estaba resistiendo a la verdadera voluntad divina.

Una vez que dejamos de resistir a Dios y empezamos a resistir al diablo, nuestras vidas se alinean con el propósito de Dios.

Es momento de tener un encuentro con Dios y después de que lo tengas no olvides preguntarle: ¿Qué debo hacer ahora para servirte?